“Todo lo que temíamos acerca del comunismo –que perderíamos nuestras casas y nuestros ahorros y nos obligarían a trabajar eternamente por escasos salarios y sin tener voz en el sistema– se ha hecho realidad bajo el capitalismo.”
Estas son las palabras de Jeff Sparrow. Pues bien,si la cita es bastante descriptiva yo añadiría aún más, no sólo hemos perdido nuestras casas, nuestros ahorros, nos hacen trabajar por escasos salarios y no tenemos voz en el sistema sino que hemos perdido nuestro propio ser hasta el punto de que podríamos darnos un paseo por la calle, mirar al rededor y ver como el mundo entero se ha convertido en un producto, en una especie de maniquí. La escena es dantesca, nuestros bienes materiales son los que nos definen, en lugar de nuestra opinión, nuestras ideas, nuestro carácter.
Ahora nuestra opinión sólo se hace oír en lo referente a los temas más banales de la sociedad, discutimos acerca de nuestros móviles, discutimos acerca de equipos de fútbol pero no oímos una palabra más alta que otra acerca de que a nuestros vecinos les quiten las viviendas, o que nuestros familiares tengan que hacer cola en los bancos de alimentos. Todo esto ya no importa, temas por los que nuestros abuelos dieron sus vidas se han convertido en temas aburridos, tan aburridos que quienes intentamos hablar de ello, crear cierta conciencia, somos “los que no saben hablar de otra cosa”. Y es que opinar en el mundo capitalista se ha convertido en una cosa de locos, nos han arrancado la conciencia y hemos sufrido el desprendimiento más absoluto de nuestra personalidad. Todo eso que nos dicen en los medios de comunicación del pensamiento único en los países socialistas es mentira, ésto existe sólo en los países pobres de principios como el nuestro, la España de los Tomás Roncero y los Kiko Rivera, la España de quien no tiene orgullo.
¿Por qué si no yo no puedo decir bien alto sin que a nadie se le desencaje la mandíbula que me interesa la política, que soy de un partido político y que milito en él? ¿Por que quién se ha desencajado la mandíbula entrena en un equipo de fútbol y a mí no me parece nada sorprendente? La respuesta a ambas preguntas es bastante fácil, a algunos se les desencaja la mandíbula porque no es normal que haya alguien que no cumpla los parámetros de la personalidad única de la juventud dentro del capitalismo. A mí sin embargo me deja indiferente saber que alguien entrena en un equipo de fútbol porque asumo que entre los objetivos de este sistema no está el que los jóvenes opinen y tomen parte en la sociedad.
Este pensamiento único responde a que este sistema es el único que puede hacer que tengamos todo tipo de necesidades falsas, creadas por el propio sistema, y en cambio no tengamos cubiertas nuestras necesidades reales y sólo nos preocupemos de las primeras mientras consideramos que los países en los que sucede al revés son países atrasados y nosotros estamos contentos pensando torpemente que somos el adalid de la evolución. Es decir, este sistema hace de instrumentos poco necesarios una necesidad vital que nos empuja a cubrirla inmediatamente con nuestros paupérrimos sueldos. Todo ésto desemboca en una única cuestión, la manipulación en todos los aspectos cotidianos de nuestras vidas que hace que quien se opone a poder cubrir sus necesidades falsas por encima de las reales no sea tratado en serio, sea a los ojos de la sociedad algo parecido a un apestado. El claro objetivo es la despolitización de las masas, el egoísmo de las mismas, el mismo egoísmo que nos impide reaccionar ante una situación desesperada hasta que no nos toca a nosotros, aunque nuestro vecino este siendo sacado a palos de su casa por la policía no nos movemos porque no pensamos que esto vaya a pasarnos, porque descuidamos nuestras necesidades reales mientras nos distraen con nuestras falsas necesidades.
Esto sólo cambiará cuando veamos que quienes cubren estas necesidades son esos obreros explotados por todo el mundo que sueñan con poder comer tres veces al día, ir al médico o ir a la escuela, porque estas son sus necesidades, las necesidades reales. Por eso este sistema se está cavando su propia tumba porque está haciendo que esos obreros explotados del mundo – y que vemos tan insignificantes – sean una importante legión en España, porque muchos habitantes del planeta capitalista, esos habitantes que he nombrado antes, ya no sueñan con el mejor coche o el mejor móvil, ahora sólo sueñan y pelean por lo de todos, la sanidad, la educación, incluso muchos por la nacionalización de empresas que deben estar subordinadas al servicio del pueblo. Nos hemos dado cuenta que de no ser así sólo responde a los intereses de algunos y rechazamos este egoísmo, el mismo que teníamos nosotros antes.
El capitalismo está creando su peor enemigo, el obrero sin nada que perder, el obrero que desprecia el egoismo, el obrero que ya no se conforma con limosnas y con castillos en el aire. Este proceso es lento, nadie dijo que la sociedad se cambiase en un día, pero es un atisbo de esperanza. Al final concluimos en lo de siempre, en que nuestra labor inmediata es hacer ver a los obreros que son obreros y que tienen que luchar por sus derechos, aunque ahora nos llamen antiguos por hablar de clases sociales, un obrero lucha por los suyos cuando se da cuenta de lo que es y donde está.
Por eso lo mejor que podemos hacer es gritar en las calles como Olmo (en Novecento) un estruendoso “¡Desperad!”.