He sentido la necesidad de escribir esta respuesta a la opinión de Marina Albiol expresada como verdad absoluta e imperativa para toda la militancia, como único camino válido.
Efectivamente parece que el destino es pasar de unas elecciones a otras lamentándose del resultado obtenido. Un sentimiento criticado por Marina en el artículo pero en el que incide para aumentar dicho sentimiento en el transcurso de su opinión.
En la sociedad, que no se engañe la compañera eurodiputada, no hay una ola de cambio. Como bien señala, las elecciones al parlamento burgués no suponen un cambio de sistema ni lo pueden suponer, simplemente son una forma de entorpecer (en líneas generales) el cambio y en la mayoría de casos perpetuar el sistema y agravar su brutalidad para la clase trabajadora.
Es curioso también como señala la alternancia entre PP y PSOE como algo reciente, como si hubiese surgido hace un año con el nacimiento de movimientos ciudadanistas, no señala la compañera en cambio que la alternancia entre PSOE y PP lleva en marcha unos cuantos años, más de los que tenemos ella y yo. Quizá la “ola de cambio” de la que habla existe de hace años y ya hay fuerzas que llevan una mochila de “cambio” desde hace décadas, fuerzas que ella representa en el Europarlamento y en las que milita (que no se le olvide) y que han sufrido la alternancia bipartidista PP-PSOE . Aunque parece que el camino recorrido hasta ahora ya no vale, que es lo viejo y lo viejo, por bueno que sea, ya no vale .
Por otra parte señala este momento como un momento único, señala que es “ahora o nunca” y ni es “ahora o nunca” ni es “nunca como ahora”, el adanismo es un comportamiento que debemos abandonar.
El cambio histórico no es una fruta madura que cae con el paso del tiempo, por supuesto que no, el cambio histórico viene motivado por una serie de condiciones subjetivas y objetivas. El cambio histórico no va a caer del cielo ni de ningún “elegido”, el cambio histórico vendrá forjado por la lucha en las calles, por el trabajo militante, por la conquista del poder político y social. El cambio vendrá forjado por un trabajo exhaustivo de concienciación y organización de la masa obrera, a veces poco agradecido. Pero en ningún caso vendrá motivado por nuestra confianza (donde dice confianza quiere decir fe ciega) en los “candidatos del cambio”.
Me sigue extrañando que para la Eurodiputada de Izquierda Unida el cambio histórico coincida con un periodo de desmovilización de las calles motivado, esta vez sí, por la confianza excesiva en líderes televisivos y en movimientos que rechazan la lucha en las calles como vía para el verdadero cambio (agradeceré que me expliquen cómo se puede criticar el parlamentarismo burgués como única vía del cambio y líneas más abajo mendigar una confluencia que delegan toda su fuerza en dicho parlamentarismo.)
Coincido en que no debemos quedarnos con un fotograma sino con toda la película, por ese mismo motivo no voy a caer en el entusiasmo que levantan los movimientos mediáticos ya que suelen ser temporales, endebles organizativamente hablando y con pocas garantías de verdadero cambio.
La película electoral del último año muestran las consecuencias de dos actitudes y dos formas radicalmente de hacer política.
Por un lado están las elecciones europeas en las que Izquierda Unida salió muy bien parada triplicando su resultado respecto a las mismas elecciones y el otro fotograma es el de las andaluzas, muestra de como tras un año de subordinación a la agenda mediática y de ir a rebufo de las políticas de otros movimientos el electorado ha visto a IU como una fuerza a merced de dichos movimientos y en lugar de quedarse con la copia han elegido el original. Estos resultados sí fueron un fracaso. Para la formación subordinada al PSOE de Andalucía (Podemos) también fue un estrepitoso fracaso. En el primer caso se ha exigido una autocrítica que dejó de ser autocrítica y se convirtió en penitencia, en el segundo no se ha querido señalar como parte del problema y del hundimiento a la penitencia señalada.
Reflexionar en común con partidos políticos distintos, con una militancia distinta, una forma de organizarse distinta, una trayectoria radicalmente distinta, sensibilidades distintas y una visión distinta del mundo es un error y no hace falta ser politólogo, ni haber estudiado en la UCM para saber que no puede acabar bien. Y en todo caso el camino que debamos emprender lo decidirá la militancia en los órganos correspondientes y no una representante de nuestro proyecto en un artículo escrito en un medio no muy amigo de Izquierda Unida precisamente.
En mi opinión el camino es el de la discusión programática a nivel interno y el tejer alianzas puntuales con fuerzas externas para impulsar nuestro programa y aplicarlo a la sociedad.
Huelga decir que pedir la destitución de la dirección de Izquierda Unida burlándose de la decisión tomada por la militancia de respaldar dicha decisión es un ataque, en mi opinión, que debería tener consecuencias disciplinarias.
¿Por qué la compañera Marina Albiol insiste en que la izquierda está fragmentada en el parlamento andaluz? La situación real es muy distinta, hay una izquierda reducida a la mínima expresión por un movimiento por definir con ansias de poder, que es la principal causa de la pérdida de poder electoral de la izquierda definida, aunque esto los compañeros convergentes no lo van a admitir nunca.
Me resulta curioso que nos derritamos en elogios a la necesidad de transformación de la izquierda cuando para nada debe ser así, los que nos consideramos izquierda tenemos clara que nuestra trinchera no está con el Papa sino con la clase obrera. Y su reforzamiento, que no transformación, debe ser consecuencia de trazar líneas radical y definidamente de izquierdas.
Por último y más importante señalar lo vacío del artículo de Marina Albiol no señalando en éste ni mencionando una sola vez el papel, no necesario, sino imprescindible, del Partido Comunista que debe estar a la vanguardia de este cambio y sin mencionar al PCE y su papel todo lo que se diga del cambio es un conjunto de mantras mediáticos y oportunistas, un conjunto de palabras tan conmovedoras como vacías, una estafa emocional a los receptores del discurso de la confluencia que en mi opinión es simplemente el discurso del entreguismo y la disolución de la izquierda en un experimento capitalista.