Llevamos meses hablando de convergencia, confluencia, unidad popular y demás asuntos abstractos que no vienen respaldados por hechos ni contenido, que es lo primero que deberíamos debatir.
Se nos ha llenado la boca de que este es un momento histórico que hay que aprovechar, un poco adanista ya que todos los momentos que vivimos son momentos históricos mejor o peor interpretados y con unas consecuencias mejores o peores. Pero este momento histórico es un momento que estamos tirando a la basura con nuestra charlatanería vacía y abstracta. Y es que estamos interpretándolo mal y tomando medidas al revés completamente. Empezando por la Unidad Popular, una unidad que en ningún momento es popular, partiendo de la base de que ni la mayoría de la masa trabajadora está concienciada, ni la mayoría está movilizada, así que podemos hablar de unidades populares y de la integración en un totum revolutum pero no, simplemente estaremos accediendo a un experimento o a una unión (en el mejor de los casos) de movimientos, movimientos que por llenarse la boca con palabras en lugar de sus colectivos de llenar sus colectivos de trabajo no van a tener contenido ninguno ni nada que ofrecer.
Es momento, tras tanta discusión y tanto tiempo perdido, de darse cuenta de que esto no se soluciona con palabras, que la Unidad Popular no la forjan cuatro amigos separados por sus movimientos con ganas de abrazarse en un espacio común, la unidad la forjamos en primer lugar creando un tejido social movilizado y con una conciencia férrea y de paso abasteciendo con mecanismos como la Red de Solidaridad Popular de unos servicios básicos que los grandes poderes no quieren ofrecer (algo normal por otra parte, no entiendo la sorpresa) y a la vez que hacemos un trabajo incansable en la calle, cada uno desde nuestro movimiento, nuestro partido, debemos también debatir propuestas, debatir un programa dentro de nuestros respectivos espacios (no tengo que redactar un programa con quien no está en mi partido), un programa que responda a las necesidades de la clase trabajadora y esto, muy a mi pesar, quienes están todo el día hablando de la manera más rápida de darse el abrazo con el compañero que está en otro partido no lo están haciendo.
El momento histórico nos pide contenido, nos pide responder a las necesidades, nos exige ser impecables en nuestro trabajo diario y algunos lo estamos siendo, el mejor ejemplo lo tenemos en pueblos como el mío, Paterna, donde Esquerra Unida ya ha acabado su programa y excepto algunos matices ya tiene un contenido y alternativas reales y muy completas que ofrecer. Pero esto en otros sitios no está pasando, tristemente en otros sitios estamos debatiendo cómo podemos aplicar nuestras políticas sin tener ni idea de qué políticas aplicar, ni si tenemos ideas, ni si tenemos propuestas, en otros sitios sólo sabemos que queremos encontrarnos, pero no sabemos ni para qué.
Cito al camarada José Díaz “¿Creéis que es tanta la diferencia que puede haber entre un hermano socialista, un hermano comunista o un hermano anarquista?” y digo lo mismo, ¿creéis que hay tanta diferencia entre los militantes de la izquierda? Es evidente que no, pero sin embargo, sin haber tanta diferencia no quisiera encontrarme en una organización con ellos porque entendemos la forma de organizarnos de manera completamente distinta, nuestra lectura de la situación es distinta. Por eso, lo que reivindico es la necesidad de encontrarnos, pero de encontrarnos en reivindicaciones concretas, de encontrarnos en la lucha desempeñada en nuestro día a día.
En definitiva encontrarnos en torno a un programa de mínimos, encontrarnos para responder a las necesidades que reclama la mayoría obrera a día de hoy y eso se hace trabajando en un programa respaldado con ideas, respaldado con propuestas serias, respaldado con contenido y no con palabras abstractas. Y cuando tengamos esto hecho y hayamos medido nuestras fuerzas en unas elecciones (que no son ni el principio ni el fin del mundo) encontrarnos, no nosotros como personas, ni como amigos, sino nuestros programas y nuestras reivindicaciones que serán las de nuestro electorado, las de los trabajadores con nuestras mismas inquietudes, nuestros mismos anhelos pero sobre todo con nuestros problemas, unos problemas que hallarán respuesta tras largos e intensos debates que ya no serán abstractos que tendrán contenido, que serán respaldados por nuestros respectivos programas debatidos con militantes de nuestras organizaciones con nuestras mismas ideas o parecidas. Pero hasta entonces sólo habremos perdido el tiempo y si no hacemos ésto ya no habrá ninguna unidad popular, sólo amigos en distintas organizaciones que se quieren abrazar en un espacio unitario para lamernos las heridas.
Sin embargo si elegimos la vía del trabajo, de redactar un programa, de confrontar ideas, de responder las necesidades de la clase trabajadora de la manera que creamos más oportuna en cada movimiento y organización sin mezclarnos pero sin pelearnos comprobaremos que, como dijo José Díaz, no es tanta la diferencia entre un hermano anarquista, un hermano socialista y un hermano comunista.
*Cuando digo socialistas no hablo del PSOE